Amor

Amor
Cuando empieza el año nuevo, siempre parece que tenemos una hoja en blanco para comenzar algo con ilusión: nuevos proyectos, propósitos y el esfuerzo de ser indulgentes y constructivos con lo que no fue positivo en el año que termina. Aunque esté muy trillado hablar de propósitos, a mí me gusta aprovechar los días de vacaciones de Navidad para, al igual que limpio el móvil, resetearme a mí misma de cara al nuevo año. Es bueno fraccionar el tiempo, olvidar el pasado y prepararse para el futuro.
Conozco personas de mi entorno que viven permanentemente en el pasado, lo cual les impide gobernar su futuro. Yo, por el contrario, tengo algo claro a mis 54 años: sé qué quiero y qué no quiero, y eso es muy importante, aunque no siempre consiga lo que deseo.
Cuando era más joven, me preocupaba mucho el trabajo, los resultados y demostrar que era válida en lo que hacía. En ese tiempo mi foco estaba en cosas muy pequeñas y, hoy, me doy cuenta de cuán estúpida e ignorante fui. Por ello, si alguien de 40 años lee este blog, por favor escúchame con atención.
Con el tiempo he entendido que lo único que realmente importa y que perdura cuando uno muere es cuánto se ha amado. Esto es algo simple de entender, pero muy difícil de poner en práctica. Muchas veces priorizamos cosas físicas y sociales por encima del amor. No estoy juzgando a nadie; me pongo en primera persona porque todos los días descubro mi propia falta de coherencia entre lo que hago y lo que desearía hacer.
He aprendido también a no castigarme por los errores que cometo una y otra vez. La vida es un camino, y no hay que llegar a la meta en un solo día. Lo importante es ser consciente de lo que uno hace mal para tratar de enmendarse. Hace unos meses leí el libro "Hábitos Atómicos" de James Clear, que me sirvió para reflexionar sobre las muchas cosas que hacía mal de manera rutinaria.
Para cambiar algo, es primordial ser consciente. Al leer el libro, me di cuenta de que tenía rutinas poco constructivas que me hacían perder un tiempo precioso en cosas que no valen la pena. Este examen también lo apliqué a mi vida interior, donde descubrí cuán imperfecto es mi amor.
Quiero dedicar este año 2025 a escuchar más a Dios. Deseo que la figura de Jesús y su madre María estén más presentes en mi vida y que pueda ser testimonio de ellos, porque me dan una gran fortaleza. Me levanto y me acuesto todos los días dando gracias por su amor.
Amor con mayúsculas, amor del bueno.
Para no olvidarlo, he pedido a los Reyes Magos una alfombrilla para el ratón de mi ordenador con estas tres frases que quiero compartir contigo. Las leo cada día para recordar cómo mejorar mi amor en lo cotidiano:
"El Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen." - Santa Teresa de Ávila
"De nada sirve que el entendimiento se adelante, si el corazón permanece quieto." - Baltasar Gracián
"Orar no significa solo que podemos decir a Dios todo lo que nos agobia. Orar significa también callar y escuchar lo que Dios nos quiere decir." - San Juan Pablo II
Estos son mis propósitos para el 2025, y te los regalo con la esperanza de que también puedan inspirarte.
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